Subí a casa.
Sin tu paraguas.
En el fondo bajé para recogerlo.
Pero cuando me lo volví, se me olvidó y lo dejé
de nuevo
en el bar Príncipe.
Así que bajé a recogerlo,
después de lo que yo creía
que era
el Fin.
Y, después de eso,
aquí me tienes,
pensando
"Es así de sencillo".
Es lo que tienen,
en el fondo
las cosas importantes:
aunque las olvides,
siempre puedes bajar,
de un modo u otro
a por ellas
y recogerlas.
Ya estoy en casa con él.
El paraguas.
Está encima del piano.
No es más que un paraguas.
Pero es un paraguas bonito.
Es decir,
te quiero.
Pero perdóname.
Porque es que se me dan fatal
esa
clase
de
cosas.
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