27/4/10

Conciertos Benéficos: Carta Abierta.

No me gustan los conciertos benéficos. Ni los actos benéficos. Ni los “mande un sms y se morirán 3 niños menos.”

Y no es por una cuestión de esnobismo outsider. Simplemente creo que ese tipo de actos benéficos, y por extensión quien los monta y quienes participan, no entran dentro de lo que yo considero que debería ser una ética sentimental.

Hace poco ha ocurrido una catástrofe en un país tropical y se ha puesto en marcha un mecanismo de ayuda por parte de los rostros más conocidos de la escena nacional para recaudar fondos: famoseo veterano y nobel, grabación de canción a lo We are the world, we are the children, un concierto, etc. Está claro que todo lo que sea que alguien ayude a alguien es a priori positivo; el problema es que ayudar a alguien en concreto, exige por otro lado no ayudar a otro alguien. O lo que es lo mismo, dosificar, elegir, quién merece ser ayudado, y quién no.

Y eso a escala pequeña no plantea ningún conflicto grande, que cada uno decida la marca de tiritas que comprar para curar ese ínfimo rasguño en su conciencia. Hoy doy una moneda a este vagabundo porque me ha recordado a Papá Noel, pero al otro día no le doy que, claro, no me llega para el paquete de tabaco.

Pero cuando se monta un tinglado brutal en tres días para recaudar fondos, con una difusión total por parte de todos los medios del país, se apunta todo cristo y se consigue mogollón de pasta, entonces ya tenemos un problema. Bajo el prisma de la opinión generalizada, todos coinciden en que se trata de un acto de generosidad. Vale, de acuerdo. Que lo hagan con todas las catástrofes próximas. ¿A partir de qué cifra de muertos es lícito montar un festival benéfico? ¿3.000, 2.000? Hasta el altruismo tiene sus clases. Hay causas molonas y causas más sosas.

No me quiero meter en las motivaciones de cada uno a la hora de meterse en una historia de éstas, pero todos sabemos que los artistas viven de su imagen, sobre todo muchos sólo viven de eso. Y sabemos lo bien que queda de cara al público. O lo mismo ni eso. Lo mismo simplemente se creen la reencarnación de la Madre Teresa de Calcuta.

Lo quiero decir es que hace unos años, la niña inglesa de ojos preciosos que todos conocemos, desapareció y los rostros más famosos del mundo prestaron eso, su rostro, para pedir ayuda en su búsqueda. No hace falta ni decir la cantidad de dinero que se puso (y se sigue poniendo) de por medio, para que aparezca la dichosa niña. Mientras, en España, un chaval andaluz desapareció y ni dios se hizo eco de la noticia. Ni se le ha encontrado ni se le espera.

Todos esos músicos y artistas que dieron su apoyo moral y económico a la capital del jazz, después del terrible huracán, porque, claro, eso les tocaba de cerca. Mi abuelo escuchaba a esos negros tocar y, hombre, pues da penita.

La cantante hippy que dice no a los malos tratos y se fuma sus porritos con el viejo del lugar y va descalza para sentirse en contacto con la madre tierra, tiene su primer single en todas las discotecas de verano, siendo bailado por borrachos ingleses. Malo, malo, eres tío. Culpa de la industria y su falta de escrúpulos. Yo quería concienciar a la sociedad con mi arte.

Las estrellas de cine que se van a la India y vuelven asombrados de tanta pobreza, pero luego adoptan a una chinita de ojos verdes, bien mona, vacunada y todo, como los perros de raza.

Sé que algunos se escandalizarán con todo esto. Ayudar está bien. Pero muchas veces, los mecanismos que conducen a esa generosidad son tan intricados y están tan llenos de fango que a veces dan ganas de mandar todo a tomar por culo e irse a la montaña a morirse tranquilo.

4 comentarios:

  1. Te conocía de vista porque no pasas desapercibido por Ct, pero no sabía que cantabas y anoche estuve en el concierto que diste junto con los últomos bañistas y me gustó la verdad, me recuerdas algo a Iván Ferreiro, no sé si eso para tí es positivo o no.
    Un saludo.

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