17/5/11

No somos quién

El sol sale todos los días por el mismo sitio, pero no hay dos amaneceres iguales. Pregúntale al barrendero. Sabe más que el poeta y que el científico juntos de ésto. Sabe incluso más que un científico que se dedica en sus ratos libres a escribir poesía.

Lo que quiero decir es que cualquiera puede comprarse una cámara de fotos o teñirse el pelo de amarillo o ganar unas elecciones generales. Pero no todo el mundo es capaz de establecer un criterio selectivo para recoger con cierta propiedad las botellas rotas que deja la noche, día tras día. Hay que ordenar el fracaso, porque los boletos de lotería que no han sido premiados también se reciclan. No hay dos amaneceres iguales aunque el sol salga todos los días por el mismo sitio.

Pregúntale a las avejas, que siguen haciendo lo mismo que hace cuatro millones de años. Fíjate, hay obesos felices en la tele y chicas hermosas que no saben andar con tacones. El semen se esparce en todas las direcciones y los católicos rezan a sus nuevos y apasoniantes muertos. Sin embargo, el que quiere ser distinto del resto, termina oliendo la nuca de otro igual que él, porque ya no hay sitio siquiera para los que deciden apartarse. Ya sabes; todos los días se descubren nuevos planetas ridículamente pequeños e innecesarios.

Todos los días sale el sol por el mismo sitio, aunque no hay dos amaceres iguales. Aunque te vayas a vivir a Londres para escribir sobre el hecho de que todo ya está escrito. El ermitaño que vive en la montaña y sólo baja para comprar comida para pájaros en los ultramarinos está en la misma tesitura, no creas.

Por eso te pido que jamás te compres una cámara de fotos. O te atrevas a profanar una hoja en blanco o el color de tu pelo. Porque, aunque el sol salga todos los días por el mismo sitio, no hay dos amaneceres iguales. Así que no pretendas que le pongamos nombre a las cosas. No nos pongamos de acuerdo.

Porque no somos quién.

Porque, si nos unimos, no formamos nada.

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